Incluso en mis momentos más bajos he mantenido cierto misticismo en mis acciones, además de la entraña que se mueve por el instinto siempre procuro encontrar la simbología oculta en los sucesos cotidianos.
Me gusta mucho cocinar, prender carbón o leña y la neta disfruto levantarme temprano, entre las 5 y las 6 de la mañana es muy probable que ya esté despierto.
La pandemia nos regaló varias crisis que hemos toreado con cierta destreza pero no sin dolor de ver que lo avanzado simplemente se puede perder para siempre.
Para no bajar la guardia y para ayudarme a completar lo que naturalmente falta hoy en día decidí volver a cocinar y no decirle que no a varios proyectos.
Además de Carbonívoro, el programa de radio y podcast “Ajuste de Tiempo” también arrancó en plena pandemia, fuera de cabina durante 7 semanas hemos transmitido un programa con invitadas e invitados de primera, a pesar de las dificultades técnicas.
Considero que tanto para la cocina como para la radio, como para muchas cosas que emprendo necesito de cierto nivel de embelesamiento con la actividad, me resulta imposible no involucrar los sentimientos con lo que hago porque en efecto, se nota, sabe, se siente cuando algo lo hago de malas o desganado.
Y aunque saque la chamba la calidad no es la misma.
En esos momentos me acuerdo de meditar, de hacer ejercicio, de llevar mi mente a otro lado para entregarme a la actividad mecánica y obtener el mejor resultado pero al chile cuando hago las cosas así van sin corazón, sin alma y no me gusta.
Parte de mi trabajo es hacer las cosas con pasión, con entrega, con ánimo, con entusiasmo, por supuesto que en esta contingencia cada vez que timbran en la casa (que ahora son como 800 veces al día) cada vez que regreso a la cocina y nuevamente está sucia hasta la olla tamalera, cada vez que uno de mis hijos pide por enésima ocasión permiso para jugar al maldito fortnite pues obviamente me encabrono, me desespero y me quiero morder los codos.
Timbran, pausa ABSOLUTAMENTE TODO lo que estás haciendo de inmediato, ponte gorra, lentes, guantes y tapabocas mientras te timbran de nuevo, sal a preguntar, todos te entregan recibos (cuando el bicho vive bastante tiempo en papel) y a cargar todo hasta la cocina y lavar artículo por artículo mientras en el celular te exigen vía whatsapp de la manera más atenta que les contestes con un lindo mensaje muy común estos días que consiste solamente en “???????????” como diciendote: ¡contéstame ya, pinche madre!
El éxito en la nueva normalidad es que te empiece a valer madre, son las 6:36 de la mañana, debí haber prendido el carbón a las 6 en punto pero preferí escribir esto, para poder vender costillares esta semana batallé como loco, hacer publicidad digital toma mucho tiempo y en esta ocasión hice caso de la recomendación que me hicieron la semana pasada en MUMA, me dijeron: “haga su pedido en martes”.
Así fue, llamé a las 11 de la mañana del martes porque me advirtieron que el producto comienza a escasear, hice mi pedido y me dediqué a promover diversas formas de hacerle publicidad a la venta de la semana.
Ser aprensivo tiene sus beneficios, se me ocurrió marcar a MUMA el miércoles por la tarde, alrededor de las 5 pm y adivina que, en efecto, mi pedido NO EXISTÍA.
Pánico con depósitos de clientes que esperan sus costillares ya hechos para hoy y mañana me puse a buscar hasta que di con un atento caballero que me dio solución ese día en MUMA pero que desgraciadamente no pudo evitar que perdiera tiempo valiosísimo de prospección y venta ya que tanto la tarde del miércoles como la mañana del jueves las dediqué por completo a solucionar el abasto del producto que he vendido en su totalidad durante 4 semanas seguidas.
Hoy es viernes, hoy toca la primera entrega de costillares del fin de semana, ya son las 6:43 y no he hecho nada, será porque por primera vez y después de un eterno desperdicio de tiempo logré vender solo la mitad del pedido de hoy, lo bueno es que mañana sábado ya está vendido.
No puedo hacer todo, más tarde toca programa de radio y no tengo invitado, no tuve tiempo de convocar y me aventaré el programa con gusto hablando de la parrilla mientras cocino completo el pedido que está vendido a medias, más tarde saldré a obsequiarles a mis vecinos lo que no se haya desplazado, espero que me vaya bien.
En la búsqueda de una rutina que tranquilice el espíritu he procurado la belleza de las plantas, jardines y árboles, regarlos, atenderles y cuidarles es una actividad no esencial, la belleza, por ende, no es esencial, ojalá llueva pronto o seas una sábila porque si estás a mi cargo te vas a secar.
Que tengas un muy feliz viernes.
Hazme caso… que te valga madre.