Ya pasó ese tiempo en donde tenía espacio en la mente (y presupuesto) para organizar una fiesta en mi casa, para convocar a las amigas y a los amigos a comer un lechón o algún plato campestre y beber y reír hasta las primeras horas de la mañana siguiente. Ese tiempo ya pasó.
Extrañar ese tiempo es experimentar nostalgia combinada con desesperación, tal vez así se sienta envejecer, como estar atrapado en un cuerpo que ya no está dispuesto a ser sometido a tanta desvelada, alcohol, tabaco y uno que otro exceso.
Veo los fines de semana de muchas y muchos y experimento una combinación de franca envidia con esta nostalgia que me impide tener la iniciativa una vez más y organizarme con alegría para llenar la casa de risas y buenondismo.
Eso rara vez sucede ya.
Y no pasa tan seguido porque todos hemos crecido y la vida se ha puesto más dificil, los hijos ya no son tan pequeños y uno ya no es tan irresponsable, los fines de semana duran menos y la recuperación de una desvelada está fuera de toda ecuación ya que el costo casi siempre es mayor que el beneficio.
Me gustaría ser uno de esos amigos que no faltan, sin embargo mi propio aislamiento me fue borrando poco a poco de las mentes de quienes organizan algo, sumado a lo anterior el hecho de no querer sostener relaciones de ningún tipo excepto el laboral a través de whatsapp fue coartando las oportunidades de ser considerado para algo.
Todo el día estoy en whatsapp, la gente no entiende (ya no lo hizo) que la comunicación por whatsapp merma y no enriquece y al encontrarme saturado por las diversas demandas de los clientes (es común que algunos me manden mensajes antes de las 7 am y hasta las 11 pm cualquier día) lo último que deseo es utilizar dicha plataforma para comunicarme con mi familia o con mis amigos.
He propuesto a algunas de mis amistades que nos veamos más temprano, que organicemos una comida para no desvelarnos tanto y no someter al cuerpo y la mente al stress de las desveladas y el alcohol en exceso pero creo que ha sido precisamente la promoción de esos planes en donde se involucren menos la noche y la bebida lo que me ha ganado el no ser considerado.
Todos necesitamos amigos, yo creo que hice mi parte hace años: convoqué, organicé y disfruté de reuniones inolvidables, rompimos platos y copas, bailamos y cantamos, reímos y gozamos como nunca, comimos como vikingos, bebimos como cosacos y creo que en general la pasamos muy bien.
Hoy las circunstancias han cambiado, los hijos ya no son tan pequeños, crecen, escuchan, ven, observan y toman el ejemplo, por ello trato de ser buen padre aunque a veces no lo logre, intento dar un buen ejemplo en la casa y en la calle.
La satisfacción que esto me da no me quita la preocupación por el futuro de mis hijos pero ese es un tema que abordaré (o no) en otro momento, el hecho de ¨hacer lo correcto¨ o de hacer lo que es debido no me quita las ganas de estar en esa reunión, en ese lugar, con esas personas.
A veces me gustaría no tener la iniciativa y recibir una invitación.
Te deseo un feliz domingo y un gran inicio de semana. Gracias por leer.