Antes de la segunda campaña para Gobernador de Nuevo León de José Natividad González Parás la mercadotecnia y la política no se conocían en México.
Se hacía lo mismo de siempre: pintar y rotular bardas, utilizar el título y nombre completo del candidato, usar pasacalles, y un sinfín de prácticas anticuadas que simplemente no conectaban con la población más joven.
¡Gánales Canales! fue un slogan pegadizo que llevó a Fernando Canales a ganar la gubernatura a González Parás en su primer intento, sin embargo en la segunda campaña González Parás se dejó ayudar por jóvenes que le hicieron el primer logotipo moderno para una campaña política en México, este logo transformó al pasado de moda Lic. José Natividad González Parás en un muy cercano y más joven NATI que fue quien, ahora sí, ganó la gubernatura.
Los discursos seguían siendo eternos, los eventos iguales, pero la campaña juvenil de Nati llevaba la batuta en muchos aspectos que hoy son considerados obligados para quien participa o desea participar en la planeación estratégica de una campaña política en México.
El desarrollo de una imagen más parecida a una marca o logotipo para acompañar e identificar a las y los candidatos es práctica común en México desde ese entonces.
Fuera de Nuevo León se empezaron a hacer esfuerzos en el mismo sentido, los equipos de los políticos de una nueva generación se pusieron atentos y algunos de ellos se deshicieron de prácticas viejas, de la corbata y de algunas palabras al hablar.
Nunca he entendido el utilizar traje sin corbata, me parece aberrante, es como decir: si soy pero no soy, me quito la corbata y ya se me quitó lo político, tampoco comprendo claramente el porqué toda una generación de políticos prefieren comenzar las frases “comiéndose” las acciones, por ejemplo, en vez de decir “quiero decirles que les aprecio mucho” dicen “decirles que les aprecio mucho” o peor aún aquellos que en un acto oficial saludan, durante sus discursos, a una persona y “aprovechan” para saludar a todos los presentes…detalles tal vez insulsos que dicen mucho de lo decadente de nuestra clase política.
Creo que cuando comenzamos a “vender” a los políticos como productos automáticamente le restamos importancia al contenido, por eso muchos políticos de ahora no tienen contenido pero eso sí, mucho oropel.
Pareciera ser que hoy cuenta más usar las prendas, los colores e incluso el vello facial que usan los superiores jerárquicos en la política que lo que se tiene en la cabeza, si el Presidente habla de una manera yo hablaré igual, si el Gobernador usa saco sin corbata yo me quito inmediatamente la mía, si el Presidente Municipal usa chalequito yo también lo uso.
Los partidos políticos de ahora se parecen más a organizaciones sectarias y de culto a la imagen que el cúmulo de legítimos ideales ciudadanos para los que fueron creados. Nada más preocupante que el hecho de rodearse de gente que habla igual que yo, viste igual que yo y piensa igual que yo, en esos espacios monolíticos en donde sólo suena la voz del Jefe no hay lugar para el entendimiento mutuo, la tolerancia y el respeto a la otredad.
La tentadora circunstancia de creer que sólo la visión propia es válida conlleva peligros ocultos y a largo plazo que ponen en entredicho nuestro futuro, los clubes de Toby, los intereses mezclados por la corrupción y la avaricia desmedidos y la violencia son síntoma y resultado al mismo tiempo de nuestra parsimonia ciudadana.
Resulta casi paradójico que González Parás, siendo un político de carrera y oficio, preparado en el extranjero (Francia) y dirigiendo en su momento el Instituto Nacional de Administración Pública haya sido el punto y aparte de la vacuidad política que impera en nuestros días.
Se acerca el momento de asaltar a la política.
Al tiempo…