Si me has leído antes sabrás que tomé terapia psicológica durante cinco años y cuatro meses, antes de la terapia, antes de meditar, antes de ser acompañado por un profesional de la salud que me ayudó a equilibrar un desajuste químico que me impedía enfocarme con la nitidez que yo quería en los proyectos que tenía en mente, antes de todo esto fui un pinche abusón…
Es cierto y lo acepto, centrado solamente en mi persona no era consciente de los demás, la empatía y el rapport eran conceptos solamente, no práctica diaria.
No hacía ejercicio, el sedentarismo y una mente muy inquieta me llevaron a tranquilizarme con métodos tradicionales mexicanos y laguneros: el alcohol y el tabaco.
Además los modelos masculinos de mi época aún eran machistas y el conflicto entre ser la persona que han educado tus padres o ser el machito que el entorno presiona para que seas se presentó fuerte y agresivamente.
Lados oscuros tenemos todas y todos, ninguna, ninguno estamos exentos de ser unos pinches abusones o abusonas en algún momento de nuestras vidas. Yo trato de conquistarme diariamente, de ponerme nuevas metas y de lograr nuevos acuerdos.
Nadar, meditar, dormir, descansar, trabajar, escuchar, caminar, son acciones que me han permitido ser atento con el otro, mostrarme genuinamente interesado en los asuntos ajenos y responder con alguna calma a las situaciones adversas que ultimamente son de a madre.
Tengo 41 años, he sido muchas cosas, entre ellas un pìnche abusón, si, pero ya no lo soy y no tienes el derecho de decírmelo, mucho menos cuando vivo sin lastimar, sin dañar y apoyando en todo llámese esposa, amigos y familia.
Cabrón, grillo, dolor de huevos, cagante… si, pero pinche abusón no y mucho menos tuyo.
Antes de que tengas un buen día…bájale de huevos.