Morias Enkomion 2.0


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“Si quieres herirme no me llames loco, llámame normal”

Yo merengues.

Morias Enkomion ya existía. Incluso antes de mí. Yo no soy su autor, ni pretendo serlo. Es un nombre que tomé prestado porque se oye chingón. Elogio de la locura, ya lo expliqué y no volveré a hacerlo. Si te interesa leer el primer Morias haz que lo sepa a través de un comentario. Quizás te responda. Además, te advierto: es demasiado rosa.

Elogio de la locura. ¿Qué diablos somos sin nuestra esencia? ¿Una copia barata de no sé qué? Un autómata abúlico caminando con pasos programados. ¿Cuánto miden? ¿Qué distancia debo recorrer? ¿A dónde debo ir? ¿Quién debe acompañarme? La culpa por ser diferente pesa más que el mundo en tus hombros cuando no terminas por aceptarte a ti mismo.

Nos hicieron creer que la locura era un término válido para definir a quien se atrevía a poner un pie más allá del corral. La locura da miedo, se te pone la piel de gallina. Caminas con el culo en la mano y de vez en cuando lo acercas a tu rostro para no olvidar su olor, al que estás acostumbrado. El miedo huele a caca. ¿No lo has notado? Más vale malo por conocido que bueno por conocer, dice la mayoría cuando le tiembla.

La normalidad es menos pesada porque tu alma se ha acostumbrado a cargarla, y aunque la locura evidencia su ligereza, le temes porque no la conoces. Aun con la locura en tus manos, sosteniéndola como si fuera un algodón de azúcar, la sientes como si fuera todo el cascajo del mundo apilado de uno en uno hasta el infinito.

Es como cuando prefieres seguir formando parte del grupo que te propina una chinga todas las mañanas para quitarte el lonche. Aquellos pendejos que te amenazan, te quitan tus lápices y te ponen apodos y una vez logrado su cometido se dicen tus amigos. ¡Que se vayan a la verga! Del otro lado están aquellos que identificas pero no conoces. Quizás con tus mismos intereses, igual de locos, tan diferentes de los demás, tan parecidos a ti. Es como encontrar una hoja de El Quijote sumergida en la mierda. Sabes que vale la pena leerla, porque es la que completa la historia. ¡Cámara! Te vas a embarrar. ¡No mames! Toda tu vida te ha salpicado el estiércol. Qué más da poquita mierda entre los dedos si lo que vas a obtener es oro molido. La plenitud de tu persona. El acceso a la locura. Romper el cascarón.

¿A dónde se fueron las heces del fénix cuando se quemó? A ningún lado. También de eso se resurge. El estiércol se convierte en abono si sabes cómo hacerlo. No todo lo que escuchas es alucinación. Hay locos funcionales y normales muy enfermos. Escucha al instinto, no lo actúes.

El esquizofrénico se rompió en mil pedazos, el loco está buscando reintegrarse, acomodar pedacitos de caca para convertirlos en abono. Una planta, un jardín, el jardín del mundo. El universo en su interior.

Soy el loco. Quedo de ustedes.

Alejandro Monreal

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