Nunca me he sentido a gusto en los grupos, se me nota y lo sé, no lo oculto, incluso me molesta y lo acepto: tengo dificultad para trabajar en equipo.
Los cuarenta años me hacen un guiño en el espejo, me sigo preguntando qué es la vida y cual es la razón para existir; mucho he hablado de mis crisis de edad, creo que mi generación es la generación de la crisis crónica, creo más en la humanidad que en dios, me gusta ir a contracorriente y amo poner el dedo en la llaga, me gusta ponerme a pensar, agradezco que me pongan a pensar y considero que es mi vocación poner a pensar.
Me aterrorizaba, sobretodo por las noches no poder lograr la trascendencia, creo que la humanidad, como animales dotados de razón, la buscamos cada vez que nos reproducimos pero lo que mi ego trataba de alcanzar era un reconocimiento cuyas raíces estaban enquistadas en la parte más profunda de mi ser, en una inseguridad revelada por una personalidad histriónica, en un deseo de ser protagonista, en una absoluta y perfecta necesidad de reconocimiento. Un narcisista sin remedio.
Hoy sé que la trascendencia es tan sólo la repetida herencia del olvido.
Moriremos y nuestro recuerdo será olvidado con el simple paso del tiempo y del espacio, seremos una anécdota en la mesa, una lágrima en el rostro de nuestros hijos y un calor en el pecho de nuestros amantes que reposará en los cadáveres enterrados en féretros cuyas tumbas dejarán de ser visitadas de poco a poco, lentamente…hasta que el olvido les alcance.
Ningún busto ni homenaje, ninguna medalla o reconocimiento tienen sentido entonces, sino lo que se hace ahora, lo que se siembra, la tierra fecunda de las mentes más jóvenes y vivas que las de nosotros, eso se llama futuro y eso estamos labrando.
Yo quería irme de aquí, de Torreón, de La Laguna, de Gómez Palacio, los tres son lugares distintos pero iguales, son mi tierra y he aprendido a amarla. Aquí crecí y aprendí a extrañar la lluvia, aquí conocí a mi esposa, aquí nacieron mis hijos y tuve que ausentarme para que la querencia se hiciera grande.
Hoy la sociedad lagunera está despertando, el país está despertando y aunque seguimos tragando gansitos y viendo sabadazo la gente participa cada vez más, las redes sociales están funcionando, seguimos creyendo en líderes mesiánicos (yo primero creo en mí y en las obligaciones y derechos que esto representa) porque si no creo en mí sería un lastre para los demás, vivimos en una sociedad codependiente, secuestrada por intereses económicos, divorciada en los hechos de la clase política y en donde los medios de comunicación han olvidado en los últimos años a ser defensores de la comunidad, de la verdad, del bien común, informando, renunciando al chayote y al convenio.
Trabajando.
He publicado varios videos criticando duramente a las autoridades y he enfatizado que la crítica no es ataque y no es personal, nuestras autoridades tienen hermanos y hermanas, padres y madres, hijos e hijas a quienes seguramente conocemos y que no están inmiscuidos en el servicio público, no me he olvidado de ello, durante varios días he recibido muestras de afecto y felicitaciones que sigo sin entender porque creo que es un deber ciudadano criticar, cuestionar y exigir ser escuchados. Sin embargo también he recibido críticas que cuestionan lo que hago: «está vendido al PAN», «quiere un beneficio político o económico» son los comentarios críticos menos ignorantes, los que llevan mención honorífica por su infinito nivel de pendejez son aquellos que ponen en tela de duda mi sentido de pertenencia al preguntarme cuantas fotos me tomé en la ahora desaparecida Plaza Cívica para reclamar a destiempo el que se hubiera retirado, con las tripas, el monumento.
Hace días critiqué el manejo patrimonialista de los temas y hoy lo sigo diciendo, me cagan los colectivos cuando me refiero a la participación ciudadana, es más, ni cuando anduve en motocicleta me pareció agradable andar en manada, no me gusta usar uniforme ni lo haré, creo en el maravilloso poder de las minorías (que también merecen ser representadas) y considero que lo que más daño ha hecho a nuestro país y a nuestra sociedad son los egos desbordados e hipócritas de quienes se venden como salvadores que más bien son merolicos que venden fórmulas mágicas que todo lo curan sin resolver nunca nada.
Fraudulentos.
No tengo partido, no pertenezco a ninguno ni lo haré, no pretendo un puesto público ni lo busco, no me interesa por varias razones pero la más importante de ellas es la herencia de mi nombre y apellido a mis hijos, no quiero fama ni fortuna regaladas, las busco y trabajo por ellas, soy mi propio producto y embajador de marca, no comercializo mi activismo (si a lo que hago en las redes se le puede llamar de esa manera) y no soy mercenario de mis creencias, hago lo que quiero, lo que puedo y lo que creo mejor para mi entorno y para el futuro de mi tierra sin embargo estoy consciente de mis múltiples defectos y vicios de personalidad, soy voluble, irritable, criticón y mayormente ignorante pero trato de escuchar…libro una batalla conmigo mismo dia tras dia e intento siempre que llega la noche haber ganado aunque muchas veces no sea así.
La parte más hermosa de una sociedad se encuentra en sus individuos, siempre y cuando estos sigan vivos y no sean borregos que viven en corrales de lujo y que se quedan callados porque se les acaba el negocio, por temor, por necesidad, por la maldita zona de confort, por el que dirán, por el status y por nuestra identidad perdida en el pasado, un pasado que no tiene mucho, un pasado que no tiene anclaje, un pasado que no es glorioso y que por eso lo evitamos…
Ahora más que nunca debemos cuestionar a nuestras autoridades, ahora que es tiempo electoral y pasadas las elecciones con mayor ahínco, con más fuerza, con más estridencia, con más volumen con más participación. Algunos columnistas cuestionan el momento escogido para defender un poderoso símbolo de identidad y preguntan en donde estuvimos muchas y muchos para defenderlos antes, yo pregunto ahora en donde han estado ustedes, los medios de comunicación que han convertido sus prensas y editoriales, sus cabinas y sus estudios de televisión en el triste acto de repetir el monólogo informativo que envía papá gobierno a través de comunicación social.
Tengo el honor de estar vetado en dos medios locales y me lo he ganado a pulso, la verdad me vale madre porque el mensaje llega. La Era Digital nos permite que un video tenga más circulación en un día que un mes de prensa escrita, que un programa de radio, que una revista o que un programa de televisión. Y tal vez me gane el veto en otros espacios que se sientan aludidos o que traigan línea, tampoco me importa, también es justo decir que hay excepciones en los medios pero esas no son suficientes para lograr un despertar en la sociedad.
Soy y seguiré siendo un creyente sin dios, un político sin partido, un pesimista con esperanza, jugando sin balón y sin equipo. Soy Lagunero y que quede muy claro: ni diputado, ni regidor, ni sindico, ni funcionario, ni nada, no quiero absolutamente nada del gobierno ni en el gobierno, no busco beneficio ni económico ni político y SÍ, a esta y a las siguientes administraciones del color que sean las voy a seguir jodiendo.
Me encantaría un cabildo integrado por Carlos Castañón, Patricia Vargas, Karla Alvízar, Aldo Villarreal, Javier Quintero, Elías Agüero, Ruth Castro, Marcela Pámanes, Miguel Canseco, Diana Torres, Jorge Reyes, Leonor Gómez Barreiro, Francisco Valdes Perezgasga, y muchas y muchos más que no conocen de colores ni de partidos y que harían un mejor papel que los políticos «de carrera» que ni son políticos ni tienen carrera.
Ahora sí…CENSÚRAME ÉSTA.