Chingar chingándome (El Narciso Débil – Parte II)


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Para empezar mamando*…

En este lado del mundo, donde «da vuelta el aire» tenemos un estilo muy particular de hablar, y dadas las condiciones, creo necesario ir marcando aquellas palabras extrañas conforme gano terreno en la pantalla,  así que al final de este, ensayo, prosa poética o como tú quieras llamarle (yo lo considero un híbrido un tanto extraño) encontrarás un glosario con las aclaraciones pertinentes. Las críticas y mentadas puedes dejarlas en la caja de comentarios del Blog o de cualquier red social en la que aparezca este documento. 

Ahora sí, el ensayo o lo que sea…

Bueno, antes de empezar a hablar de “las chingas” quiero aclarar que hace unos meses, en el Blog de JorgeTorresBerrnal.com escribí lo que ahora considero la primera parte de esto: El Narciso Débil. En tal escrito hablé del sufrimiento y la hipervaloración que hace del mismo aquel que sufre. En esta ocasión, profundizaré (al menos eso espero) un poco más sobre su método.

Ahora sí, el ensayo o lo que sea (final final, este es el bueno).docx

La imagen de “el que hace daño” siempre se ha caracterizado por ser ese o esa, aquel o aquella que hace evidente, hasta con adornos y orgullo, su posesión del poder (valga la redundancia). Es duro, es injusto, es malo y destructivo por demás; las películas de acción y súper héroes me recuerdan cada vez más a este tipo de personaje: risa malvada, actualmente son muy guapos o guapas, aunque también suelen ser feos y grotescos, generalmente tienen recursos ilimitados, sean económicos, intelectuales, sociales, etc., no muestran miedo, utilizan a la gente para sus propios fines y en la mayoría de los casos, no muestran rastro alguno de culpa ante sus actos. Podemos encontrarnos muchos de estos especímenes en el escenario político de nuestro país, incluso se han hecho avistamientos en nuestra región lagunera, sobre todo en época de destapes*.

Aún y con el peso de lo descrito con anterioridad, existe una especie de narciso que se balancea entre los árboles emocionales, se pasea entre las sombras del desamor y la decepción, generalmente se esconde porque es él quien sufre, él y nadie más, y solo su dolor tiene sentido, porque casi nadie lo comprende, sólo aquellos a quienes él considera sus iguales. Me refiero al Narciso Débil, aquel que chinga a los demás chingándose a sí mismo. Es precisamente su condición de víctima lo que hace difícil identificarlo y sobre todo, clasificarlo. Ha sido difícil para nosotros, los especialistas en personalidad y conducta humana, identificar sus rasgos, pues es evidente que no coinciden, ni tantito con lo especificado en el DSM-IV y mucho menos en el V (con su versión más radical del mismo), y también es difícil porque casi todos han pasado por una etapa en su vida, caracterizada por ese narcisismo tan peculiar.

Este espécimen, tiene el hábito de hacer todo por los demás, nunca dice NO y siempre “esta de acuerdo” con las opiniones de los demás. El Narciso se sacrifica a sí mismo, pone plena y ciega confianza en los demás y se describe a sí mismo como humilde y pasalón. En palabras de quienes lo observan desde afuera es un “buenazo”. El narciso es el amigo que nunca se convierte en novio o novia, es el “amigo” que todos quisieran tener, pero para que les haga los favores, nunca para platicar. Es el “pobre de mijo*” de su mamá, “él siempre tan bueno”.

Lo más curioso del caso es que los malos tratos que recibe el Narciso Débil, no son solo culpa de quien lo trata mal, sino de su propia historia familiar (pero aquí no vamos a hablar de eso, ya estuvo bueno de culpar a la familia, además los narcisos de los que hablo ya cumplen con la mayoría de edad y están en condiciones de buscar ayuda por sí mismos) y de su propia ceguera emocional.

A su edad y con su inconsciente elige su propio mal, lo cual es extraño, pues nadie escoge con el inconsciente, por el contrario, el inconsciente escoge, nos guste o no, no precisa de nuestro VoBo. “Elige” cómo, cuándo, con quién y por quién sufrir. Sus malas “elecciones” son producto de una dinámica que justifica su propio sufrimiento. Ve esperanzas donde de antemano sabe que hay decepciones, de lo contrario, él las crea (él no, su inconsciente). Todos sus sacrificios son acumulativos, pero tienen vigencia, igual que en los supermercados actuales. Algunas veces sus puntos acumulados le sirven para comprar algunos favores y/o conmiseraciones, le valen justificaciones y una que otra faltilla u omisión en el jale*. La avalancha llega cuando la cantidad de decepciones es tan grande que no se da abasto, como la Presa Francisco Zarco en este año tan lluvioso para mi Comarca Lagunera. Una vez que la presa se ha desbordado, el Narciso utilizará todas sus tragedias para echar en cara los errores del otro, extrañamente con una elegancia diplomática y sin violencia aparente. Sus palabras sonarán rimbombantes y no causarán efecto inmediato; pero golpearán con fuerza los días siguientes (muy similar a cuando llueve en la región, el problema no es la lluvia, sino el drenaje que no se da abasto). El narciso hace daño, dañándose, sacrificándose. Chinga a los demás chingándose a sí mismo.

¿Es egoísta? Quizás. ¿Sufre? En efecto ¿Daña a los demás? Sí, aunque a veces no se dé cuenta. Aún y como lo trágico y doloroso de lo anteriormente descrito, el Narciso Débil tiene en demasía lo que por defecto no tiene el sociópata (así como Hannibal Lecter, pues): CULPA. La culpa no es mala, solo es un medio para regular la conducta y a diferencia de la vergüenza, es personal, es algo interno, muy propio del sujeto que la experimenta. La culpa nos incita a reparar el daño ejercido sobre el otro. Es un sentimiento que, si se queda en el plano emocional, carece de sentido. Viene luego del insight y abre un mundo de posibilidades para que el Narciso Débil deje de serlo. En el fondo, nuestro sujeto de estudio, sabe que daña y se daña. Su solución es volverse consciente de su inconsciente y comenzar a hacer para transformar la dinámica de sus relaciones. ¿Puede solo? Quizás ¿Necesita ayuda? Siempre.

¡No eres malo, trabaja en ti. Ve a terapia!

Glosario…

*Chingar: Acá, de este lado del mundo, chingar se refiere a perjudicar a alguien, hacerle daño, molestarlo de diversas formas, generalmente emocional y socialmente, aunque también podemos chingarnos a alguien en el plano físico, “ponerle una chinga”.

*Mamando: ¡Uy! Hay un sinfín de usos para esta palabra procedente del verbo mamar. En este caso me refiero a hacer alarde, presumiendo, hacer gala de algo.

*Destapes: Muy utilizado en política, se refiere a cuando algún partido político presenta a su candidato para desempeñar a alguna función pública. Para el caso de la región lagunera, específicamente Torreón, es cuando luego de inaugurar un paseo por el centro de la ciudad, la gente se “entera” del próximo candidato a gobernador del Estado.

*Mijo: Dado que, en este lado del country, o sea, país, nos gusta ahorrar en palabras, ésta es la contracción que utilizamos para decir: mi hijo o mi hija.

*Jale: Así le decimos al trabajo aquí en mi rancho.

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