Me levanto reflexivo. Son las 6 de la mañana y el aire me ha despertado. Es la temperatura que trae consigo. Le apago. Checo redes, verifico mi analogía de que facebook es una vecindad y me topo con un video que me conmueve, me cambia la dinámica.
Me adentro a mis pensamientos y de nuevo en la cama “puedo dormir un poco mas porque es sábado” me miento. Pienso que debería escribir lo que pienso, me siento bien, mañana cumplo años y la abrazo y me quedo viendo al infinito de mi techo, me imagino viéndome a mi mismo interpretando mi papel incrementando el dramatismo de la escena: la cámara se acerca a media luz, enfocandole a el poco a poco sin pestañear hasta que la pantalla se va a negros y aparecen los créditos de la serie.
Pienso también algo que me hace sonreír: mi nombre en un libro, en la parte donde se acomoda al autor. Lo hago sonar en mi mente y lo coloco en varias portadas y digo: “suena bien”. Reflexiono: “por fin me suena bien”…nunca antes lo había hecho.
Me parecía tan ordinario, y ahora siendo el mismo de repente no lo es. Mi nombre.
Me vi en el espejo, mi rostro, mi nuevo peinado de siempre y por fin me gusta su respuesta, no es la imagen perfecta, dejemos la perfección a la ficción, es la imagen que este plano existencial me ha permitido construir, con ella estaré hasta el día de mi muerte y con ella seguiré experimentando, jugando, haciendo.
Estoy contento, pienso que mañana es mi cumpleaños 36 y surge en mi mente el año anterior. La vida se construye de momentos, hay quienes viven pensando en el futuro y quienes como yo durante mucho tiempo vivimos el futuro como si fuera el pasado, sin embargo creo que quien no vive el presente por estar pensando en estos dos enfoques está desafinado, como un viejo piano o una nueva guitarra, para ser infeliz no hay edad.
Creo que una gran parte de la felicidad se encuentra en la decisión de vivir el ahora, fluyendo.
Y ahora el remate es que no hay remate, porque la vida sigue…
así
constante