Se levantó de prisa, la parranda de la noche anterior le había dejado un dolor de cabeza que no podía eliminar, a su derecha: los cigarrillos. Encendió uno, le dió una fumada y pensó en el daño que se estaba ocasionando, «me estoy matando lentamente» pensó.
Antes de levantarse recordó casi todo, lo invadió el arrepentimiento. La ansiedad tomó control de su cuerpo y de sus pensamientos. No podía respirar, su corazón latía cada vez mas fuerte y rápido y un sudor frío le recorría las sienes mientras su mente no paraba de pensar.
Sonó el teléfono: «¿donde estás?» le dijo la voz de una mujer.
«Estoy detrás de ti evitando que pase lo de ayer» le dijo el.
La mujer aún vive.